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El diario de una japonesa: Cuando haya luna caminaremos despacio

   

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Mi papa era súper adicto de café, lo tomaba hasta antes de dormir. 

¿Señorita, me acompañas? 
por la noche así me llevaba a la cafetería y eso me hizo a sentir ser adulta aunque todavía era muy pequeña.

Para ir a la cafetería siempre pasábamos por un parque. Aunque hacíamos un rodeo no nos importaba ya que era nuestro lugar favorito.

Era una colina de césped y en el centro, en lo más alto, había solo un árbol.

Aquella noche, cayó la primera nieve del año y mientras tomábamos café la nieve cubría toda la ciudad. Así que a la vuelta aquella colina estaba cubierta, toda blanca.

¡Somos primeros! 
Mi padre y yo, empezamos a correr para poner nuestra huella, para dibujar aquel lienzo tan blanco y enorme.

Una noche silenciosa, la nieve tapaba todos los ruidos. Y allí, solo estábamos nosotros, mi padre y yo.

Después de dibujar unos círculos y algo que era imposible de discernir, mi padre me llamó y me cuchicheó, 
“Hace tiempo que nos sigue”

Miré hacia donde me indicó y encontré una luna llena.

Era una luna enorme y hermosa pero parecía un poco triste porque estaba solita en la oscuridad.

“Quiere estar con nosotros”
“Pero si la llevamos a casa, mama se sorprenderá”

Un rato estábamos contemplando la luna pero como hacía tanto frío empezamos a caminar hacia casa.

“Yo soy chimenea”
“Entonces soy una locomotora”

decíamos lanzando aliento blanco

“Ahora soy volcán” 
“En ese caso soy Godzilla”

mientras regresábamos competíamos para ver quien podía sacar la mayor vapor por la boca.

Pero caminábamos mucho más despacio que antes. Y de vez en cuando mirábamos atrás, confirmábamos si aún nos seguía la luna.

Es un recuerdo trivial, nada especial. Pero cada vez que veo la luna, recuerdo aquella noche. Aquel aire frío, aquel silencio, aquella colina blanca, aquellas nuestras huellas, aquella luna llena y la mano de papa que cogía. 

Igual, también como yo, mi papa estará recordándolo en el cielo, quien sabe.

Ya ha pasado un montón de tiempo, pero aun ahora, cuando veo la luna, de vez en cuando miro hacia atrás para confirmar que me sigue, a ver si no me pierde.

De verdad, parece como un perrito abandonado.
¿No os da pena?

Entonces caminamos despacio cuando hay luna.

¿Verdad, papa?

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